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Populismo, nacionalismo y xenofobia: Radiografía del auge de la extrema derecha en España

 Bajo el influjo de la “tercera ola populista”, han surgido nuevos líderes y partidos de extrema derecha en diversas naciones. Ejemplos notables de este fenómeno se evidencian en el continente americano, con figuras como Jair Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en Estados Unidos. No obstante, este nuevo perfil populista de la extrema derecha ha cobrado igual relevancia en el contexto europeo, incluyendo España. En este último caso, el caso paradigmático de éxito corresponde a VOX.



En primera instancia, es imperativo discernir entre las formaciones populistas de extrema derecha y los partidos de la derecha tradicional, dado que los primeros tienden a emplear una retórica inherentemente "nativista" y son particularmente duros e inflexibles en cuestiones fundamentales de su discurso, tales como la familia tradicional, el aborto y el marcado autoritarismo y centralismo. Es crucial añadir que los partidos fascistas o neonazis no deben ser amalgamados con las agrupaciones populistas de extrema derecha, dado que estas últimas difieren, entre otras cuestiones, en su aceptación y participación en el sistema democrático establecido. Su objetivo se centra en lograr, mediante una mezcla de nacionalismo y xenofobia, un Estado monocultural que siga procesos democráticos.


El complejo contexto de la configuración política nacional en España ha desempeñado un papel trascendental en propiciar el surgimiento de nuevas formaciones políticas de extrema derecha, alimentadas por la creciente polarización. El elemento central en la emergencia de tales partidos radica en la existencia de un espacio vacante en el espectro político nacional, el cual no ha sido ocupado eficazmente por los partidos tradicionales, brindando así la oportunidad de obtener votos y representación política. Este espacio vacío en la coyuntura española se encuentra dentro del doble eje izquierda-derecha y centralismo-regionalismo.


En las últimas décadas, el espacio político centralista y de orientación derechista en España ha sido monopólicamente ocupado por el Partido Popular (PP); sin embargo, la incapacidad del gobierno liderado por Mariano Rajoy para contener el crecimiento del independentismo catalán e incluso la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, generaron un sentimiento de desafección hacia dicho partido dentro de una porción de su electorado. En estas condiciones, VOX surgió como la alternativa a la derecha tradicional, articulando un discurso más contundente fundamentado en la preservación de la unidad nacional, incluso planteando la eventual suspensión de las autonomías.


Por otra parte, VOX ha adoptado las posturas más radicales contra la inmigración. En general, las agrupaciones de extrema derecha, tienden a emerger en contextos en los cuales la inmigración no constituye una preocupación generalizada, pero su consolidación se intensifica a medida que esta problemática adquiere mayor relevancia, especialmente cuando partidos de esta índole trasladan el debate a la esfera pública, forzando a otros partidos a adoptar posturas definidas.

En un análisis de los resultados de las elecciones andaluzas de 2018, las primeras en las que VOX logró un éxito electoral, se observa que en municipios con una mayor proporción de residentes extranjeros, el porcentaje de votos obtenidos por el partido de extrema derecha es superior al registrado en localidades como Sevilla, que presenta una tasa de inmigración más reducida, alineándose así con la media andaluza.


A pesar de la consolidación de la extrema derecha populista en la escena política española, en gran medida impulsada por su posición antiinmigración, es crucial considerar y analizar la demanda política subyacente. Evidentemente, existe un sector de la sociedad que respalda este tipo de políticas; no obstante, datos provenientes de encuestas, como la World Value Survey 2014, sitúan a España como uno de los países más tolerantes del mundo. Sin embargo, esta perspectiva contrasta con los resultados de la European Social Survey, centrada en aspectos vinculados a la inmigración, que coloca a España por debajo de la media de la Unión Europea, allanando el camino para la institucionalización de partidos de orientación "nativistas".


Otro aspecto crucial en la estrategia de la mayoría de los partidos populistas consiste en presentarse como una fuerza novedosa y juvenil en contraposición a la política y los políticos convencionales. Un ejemplo contemporáneo es el caso de Javier Milei en Argentina, que se posiciona como una figura antisistemas, identificando a los partidos políticos tradicionales como la "casta" responsable de los problemas económicos que aquejan al país.


En España, se observa una dinámica similar. Los episodios de corrupción tanto en el PSOE como en el PP, el desencanto social de la ciudadanía respecto a los partidos tradicionales, y la desconexión entre los votantes y los líderes políticos, entre otros factores, han posibilitado que partidos supuestamente antisistema canalicen la insatisfacción social hacia la esfera política. Estos partidos capitalizan el descontento de un electorado que se siente desamparado en un entorno percibido como lejano y complejo.


El concepto antisistema en España ha sido históricamente recurrente tanto en el populismo de derecha como en el de izquierda. A lo largo de las últimas cuatro décadas, ha sido utilizado por figuras como Jesús Gil en Marbella en 1991 o por el partido Sociedad Civil y Democracia en 2011, que abogaba por el uso de referendos como garantes de las libertades y la soberanía ciudadana. Paradójicamente, tras la disolución de este último, una significativa proporción de sus miembros se unió a las filas de VOX. En el ámbito de la izquierda, el caso más llamativo es Podemos, un partido que surgió a raíz de las protestas de 2011 en respuesta al malestar social con los dos partidos tradicionales. En 2016, Podemos logró monopolizar el voto de protesta, obteniendo 71 escaños.


El último eje del discurso, aunque no menos relevante, en la oferta política del populismo de extrema derecha se centra en la economía. En un contexto donde los "perdedores de la globalización" representan una porción sustancial de los votantes de estos partidos debido a la pérdida gradual de soberanía nacional, los altos flujos migratorios y las crisis económicas, se identifican dos categorías de votantes especialmente susceptibles al discurso de la derecha radical. 

Ambos comparten la característica común de tener tradicionalmente asegurados sus medios de vida dentro de los límites de su propia nación y ven sus intereses amenazados a medida que el mundo abre sus fronteras y se vuelve cada vez más interdependiente. El primer grupo está conformado por individuos con recursos limitados y escasa cualificación, mientras que el segundo grupo abarca a aquellos que han experimentado una pérdida de estatus social debido a los efectos de la globalización.


El crecimiento económico a principios del milenio propició un aumento de la inmigración económica. Sin embargo, con la crisis de 2008, el desempleo incrementó, mientras que el número de inmigrantes se mantuvo, generando una mayor competencia por los empleos disponibles. Además, el marcado desempleo juvenil obstaculiza que los jóvenes alcancen el poder adquisitivo que tenían sus progenitores a su misma edad.


Esta coyuntura económica ha beneficiado al fortalecimiento del populismo de extrema derecha, ya que las clases media y baja se han visto obligadas a adaptarse a una situación en la que experimentan una progresiva pérdida de estatus social y económico, percibiéndose como las víctimas de la globalización y desamparados por el sistema.


Con la irrupción de esta nueva ola populista, las democracias occidentales atraviesan una nueva fase de crisis, caracterizada por el cuestionamiento integral de sus fundamentos. La tendencia hacia un retroceso democrático a nivel internacional se torna cada vez más evidente. En el año 2024, marcado por los múltiples procesos electorales que tendrán lugar en distintas naciones, se someterá a prueba la confianza ciudadana en el modelo democrático occidental. 


El análisis de las razones subyacentes que propician la emergencia y la resonancia de estos discursos en la sociedad constituye un paso esencial para garantizar y fortalecer los cimientos democráticos de nuestras naciones ante la creciente ola del populismo de extrema derecha.

Dichos análisis debe orientarse hacia una comprensión más profunda de las motivaciones detrás de estos partidos, al tiempo que nos guían hacia enfoques que fortalezcan la interacción con el sistema democrático.


Marcel Muñoz Rodríguez


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